- En primer lugar es fundamental instaurar buenos hábitos de sueño, podemos instruir al paciente en técnicas de relajación, en como evitar que pensamientos negativos y rumiaciones alteren su sueño, es decir incidir en técnicas de terapia cognitivo-conductual enfocadas al insomnio.
- Es importante apostar por una dieta equilibrada que incluya alimentos que aporten magnesio, triptófano y/o melatonina. Novedosos artículos científicos también sugieren que un aporte extra de prebióticos y probióticos puede influir positivamente en la calidad del sueño.
- En casos más graves o resistentes podemos optar por añadir algún fármaco, hay que elegir siempre el idóneo para cada caso y pautarlo a la dosis más baja posible y también durante el menor tiempo posible.
- Habrá que tratar los trastornos del sueño comórbidos como la apnea del sueño o el síndrome de piernas inquietas con los tratamientos indicados según el caso.
- Las técnicas de bio y neurofeedback pueden ser útiles también para conseguir estados mentales de relajación. Y seguimos investigando en nuevas neuroterapias que están demostrando resultados esperanzadores con el fin de ampliar las opciones terapéuticas a ofrecer a los pacientes insomnes. Prácticas como el yoga, el mindfulness o la meditación han demostrado también ser útiles en este contexto.